viernes, 16 de diciembre de 2011

Libre

Horas y horas al día charlando. Tardes en un parque conociéndonos. Consuelos y risas sustentadas por las cadenas de un par de columpios y sustentadas por la confianza que se va tomando por cada bajada del tobogán cuando volvíamos a ser niños.

Últimamente la noto extraña, se preocupa mucho por mi, parece más sincera que antes y me sonríe y me ayuda más de lo que necesito. Quizá aun tenga una esperanza ¿sentirá lo mismo que yo? debo armarme de valor y confesarlo, lo haré esta misma tarde cuando nos reunamos a la hora de siempre en el mismo lugar que cada día.

Cuando llega me parece que esta más deslumbrante que nunca, es preciosa aunque ni ella misma se de cuenta. Charlamos un rato como tantas otras veces y después me preparo para confesarle que la quiero, pero me interrumpe. Ella también tiene algo que decirme ¿será eso? ¿Me dirá que me quiere y podré responderla con el beso que tanto tiempo hace que quiero darle?

No lo es. Si, quiere a alguien, a mejor amigo.
Me trago mi confesión y finjo que no pasa nada. Quiero gritar, llorar y pedir explicaciones. Me callo, sonrío y la ayudo a acercarse a él.
La quiero.

Violet Nightray

martes, 13 de diciembre de 2011

No importa.

Algunas  veces, tenía la sensación de que hasta su ventana no llegaban los rayos del sol. Sin embargo, nunca dudó de que las palabras envenenadas si que se colaban por debajo de la puerta esperando a que llegara el silencio para poder sonar con más fuerza. Y a veces no necesitaba escucharlas para intuirlas.

“¿La ves, esa, la rubia? Sí, pues yo he oído que…” “Sí, es esa. Y me han dicho que…” “¿A qué no lo parece? ¡Pues porque no sabes que…!”

Murmullos. Verdades tan tergiversadas que se habían convertido en mentiras que ella creía hasta hacer de ellas su mantra. Cuchicheos que estallaban cuando ella giraba la esquina, o cuando cerraba la puerta. Rumores. Cientos de personas que la juzgaban, ninguna que realmente la conociera.
A
No importa” susurraba. Y sonreía como si no supiera nada. Vivía en su mundo particular, encerrándose en si misma: entera por fuera y rota por dentro. Una tormenta encerrada en una cascara de nuez. “No importa” decía, mientras lloraba frente al espejo que no le mostraba lo que ella quería ver. Los ojos demasiado pequeños, la boca demasiado fina. El pelo demasiado lacio.  Demasiado alta. Demasiado gorda. Demasiado imperfecta. Demasiado ella. “No importa” pero sí importaba. Era importante, porque le dolía. Porque anhelaba tanto ser diferente, que era incapaz de quererse a sí misma.

Y un día la descubrió en labios de otra persona. Esa desconocida oculta detrás de unos ojos tristes, y de mejillas pegajosas por las lágrimas. Esa chica que se escondía detrás del todo en las fotos y aun así destacaba, la  siempre paseaba sola por el parque cantando en voz baja. La que adoraba el cine, la música y reír. La de dulce sonrisa y voz suave. Esa extraña en su propio cuerpo, que se había cansado de pensar en los demás. Ella.  

No importa” repitió, deseando creer que era cierto. Y dejo de mirarse en el espejo, sabiendo que era más guapa en los ojos de otra persona, comprendiendo que demasiado no es más que un concepto. Aprendiendo que las personas no somos realmente cuando estamos solos, sino que nacemos en compañía de otras personas.

"No importa" grito. Y no importaba.

Gabriella Nightray

sábado, 10 de diciembre de 2011

Y si...

Es extraño contemplar un rostro que un día lo fue todo para ti y hoy ya no significa nada. Te produce nostalgia, y te arrastra al mundo dónde los “quizás” no son sólo hojas secas que pisotear en tu camino, sino que son realidades que podrían ser tu presente con tan solo que lo desees.

Hubo un día en que supiste todo sobre esa persona. Su color favorito era el azul, su zumo preferido el de naranja. No creía en el amor, pero adoraba enamorarse. Sus padres se conocieron en el instituto. Le gustan las historias de terror y las películas románticas. Nada de eso ha cambiado. Pero ahora ya no sabes que canción le hace enloquecer, ni que comida se le da mejor preparar o cuándo es la última vez que se ha sentido triste.

Sois dos extraños que comparten una gran familiaridad. Ya no sabes que es de su vida, ni cuando todo se volvió del revés en vuestros caminos. Aún no comprendes porque ya no encontrabas un rato para ella, y porque cuando estabais juntos contabas los segundos para marcharte. Dudas que ella sepa algo sobre ti hoy en día.

Y en un viejo cajón, aún están las fotografías desde las que sonreiréis para siempre, creyendo que el tiempo que os queda por vivir es para vosotros porque nunca vais a separaros, sin saber que vuestra historia comenzó con un final ya escrito, y que algún día, tal vez mañana, esas sonrisas no serán más que un instante de dos historias que no volverán a entrelazarse. 

Gabriella Nightray

viernes, 9 de diciembre de 2011

Frío.

Vítreo. Es la visión que me aborda cada mañana cuando me despierto con lágrimas en los ojos y ganas de vomitar. La habitación se mueve a mi alrededor y me marea. Me levanto sin fuerzas, como cada mañana desde hace cinco interminables años. Mis piernas parecen más y más gruesas cada mañana y a penas consigo ver mi cuello entre tanta grasa.
Salgo de mi cuarto y me cruzo con mi madre en el salón que, como cada mañana, me espera con un plato humeante y un desayuno que haría que una cerda dejara de tener hambre. Y yo, como cada mañana, la ignoro y voy al baño, tengo que perder otros 300 gramos al final de este día. ¡Me odia! Solo quiere que sea horrible toda mi vida para que nadie me quiera y estar sola acompañándola en su amarga vida.

Vítreo. Es la visión que tengo cada día cuando me despierto con lágrimas en los ojos y la sensación de que lo hice todo mal. Salgo de la cama y pongo una sonrisa en el espejo que me dice a mi misma que no tire la toalla y que soy la mejor. Siempre me he preguntado si ella se dio cuenta de que esa sonrisa era falsa y por eso dejo de creerse las mentiras que todos nos decimos a nosotros mismos cada día. Preparo el desayuno con esperanzas renovadas y espero a que se despierte, es la hora, está a punto de salir de su cuarto. Hoy, como cada día, la veo más desmejorada. Sus piernas dejaron de ser piernas hace mucho para convertirse en huesos recubiertos por una piel amarillenta, enfermiza. Su cuello esta tan hundido que podría ver la saliva que baja por su maltratado esófago. Rechaza mi mejor sonrisa y se va al baño. 
Recojo el desayuno intacto mientras finjo que no escucho las arcadas al otro lado de la pared. Ignoro mis propias lágrimas y rezo un día más para que sobreviva. ¡La odio! No tiene derecho a quitarme lo que más quiero en mi vida. ¡Es mi hija! 

El espejo me muestra un día más mi patético y horrible rostro, mis ojeras y me deformado cuerpo. Las arcadas son tan naturales para mi como el aire y cuando salgo estoy un paso mas cerca de dejar de ser el hazme-reír de cualquier desconocido por la calle. Paso por el salón y, como cada mañana, mi madre ya no esta y el desayuno ha desaparecido. Finjo que no escucho el llanto al otro lado de la pared y me preparo para salir de nuevo a un mundo que me juzga y me reprocha. Hace demasiado tiempo que deje de distinguir la realidad, no se si soy una momia o alguien al borde del paro cardíaco por obesidad. Solo se que el frío y el dolor se sienten por igual en ambos cuerpos.

"Hoy va a renacer", me repito, como cada día. 

"Hoy moriré y en mi lugar nacerá alguien bello", me repito, como cada mañana.

Violet Nightray 

jueves, 8 de diciembre de 2011

Un paso más cerca

Encontrar la solución a un problema nunca fue fácil, pero hay que ponerse a buscar.
Yo era una de esas personas que prefería quedarse autocompadeciéndose y esperando escuchar el tono de lastima que la gente utilizaba para referirse a mi. Me hacia sentir mejor el pensar que era el centro del mundo por un rato, hasta que llegó él.

Me miró con desprecio mientras todos los demás lo hacían con pena, me grito e insulto, en lugar de recitar la palabra mágica "pobrecita", me obligó a levantarme de mi rincón y casi con asco me empujó para devolverme a las sombras que yo misma había creado. Pero entonces ocurrió algo extraño. Por primera vez en mi vida mi rincón me ahogaba. quería salir y no sabía como hacerlo. El rencor de sus ojos me empujó hacia delante y me acerqué un paso más a la salida de mi pusilánime existencia.

El espejo me mostraba lo mismo que el reflejo de los ojos de ese chico. Siempre había pensado que era una niña adorable y que todos debían escuchar mis quejas, pero en ese momento sentía que mis quejas eran tan ridículas que me sonrojé ante mi propia estupidez. Me di cuenta de que solo soy una niña tonta, mal criada y egoísta que en lugar de alegrarse por el bien de los demás lo envidia. Y di otro paso.

Ahora estoy aquí, me he atrevido a buscar las soluciones pero no se como hacerlo sola, necesito alguien que me vea como realmente soy, que me diga si ciertamente he cambiado o solo sufro enajenación mental por la rabia que me produce que ese chico no me hiciera caso.
Le he buscado por toda la ciudad y ahora estoy frente a su casa. Doy el último paso y toco el timbre de su puerta.
Me preparo para saber la verdad, me preparo para ver el reflejo de quien realmente soy, en los ojos desconocidos del chico que cambió mi vida.

Violet Nightray 

Filosofía descafeinada.

Hay días en lo que todo se desmorona a tu alrededor. Pasas toda una vida construyéndote una vida, asentando unas bases para tus principios, y un día, te das cuenta de que puedes destrozar todo tu esfuerzo  en tan sólo un minuto. De que es inútil intentar lo contrario, porque en el fondo tu destino nunca estuvo en tus manos. La vida es aquello que te sucede cuando tú ya has hecho tus planes, y eso es indiscutible. Universal.

Esos días no tiene sentido que busques la esperanza, porque aunque la encuentres la tentación de rendirte, tirar la toalla y dejar que tus fuerzas se agoten mientras esperas en un rincón a que las aguas vuelvan a su cauce, o a que alguien tome la decisión que tú no osas tomar. Quieres hundirte en tu pozo de autocompasión, llorar lo que muchas veces te callas, y dejar que la soledad te ahogue en su abrazo infinito.

Pero…siempre hay quien lo impide. Quien te sonríe mientras te tiende su mano para ayudarte a levantar, quien te abraza para que sepas que está ahí, aunque se quede callado, recomponiendo tus sueños rotos con una aguja de buenas intenciones  usando como hilo el silencio. Cuando esa persona se acerca para dejar que llenes su hombro de lágrimas, tú sigues estando triste. Tu vida sigue siendo una mierda. Las cosas no van a mejorar simplemente porque ya no estés sólo. Y sin embargo, hay algo que cambia en la circunstancia y que deja ver un rayo de sol en medio de tus pensamientos: la esperanza.

Gabriella Nightray

domingo, 4 de diciembre de 2011

Natural.

Agua. 
La lluvia cae sin pausa sobre toda la cuidad. Las luces de los coches y las farolas se ven distorsionadas ante el telón acuoso que envuelve las calles y los habituales ruidos de la noche: gritos, motores y el constante murmullo de la prisa de la gente, quedan ensordecidos por el chapoteo de las gotas al caer. Es una lluvia fuerte, similar a la que acompaña a las grandes tormentas de los bosques, que limpia esta jungla de cristal y tecnología. 


Viento. 
Hace frío. Un viento suave pero voraz recorre la ciudad de punta a punta, helando cuando encuentra a su paso. Azota la cara de las pocas personas que te atreven a enfrentarse a él sin compasión y arrastra todo rastro de humanidad con él. Ni bolsas, ni basura... No queda nada después de él. Es revitalizante, te despierta y obliga a moverte para defenderte de él. 


Tierra. 
Huele a tierra mojada. Ese acogedor aroma tan natural hace que el humo, o los tubos de escape de los vehículos pasen completamente desapercibidos. Te refresca los pulmones y despeja tu cabeza de todas las preocupaciones diarias. Clases, trabajos, problemas familiares... Poco a poco y durante unos minutos dejan de existir. 


Fuego. 
Tras una noche purificadora, la ciudad se enfrentara mañana al sol. Un sol radiante y cálido que se reflejará en el agua de los charcos y las rosadas mejillas de los niños de camino al colegio. Poco a poco secará las cases y hará que todo quede precioso, impoluto y lleno de vida, durante al menos unos días. 


Me encuentro en una pequeña calle. Tenía prisa, iba de camino a casa tras terminar mis clases particulares. Debo hacer mis deberes y preparar un examen para mañana, pero cuando estaba a mitad de camino me sorprendió la lluvia. Intenté resguardarme pero en pocos segundos estaba empapada y al mirar al cielo me detuvo el intenso brillo de la luna. Nunca la había visto tan grande y bonita.
Me he parado, estoy mojada y tengo la nariz fría, pero ya no tengo prisa. Nunca había visto la naturaleza tan de cerca como ahora. Nunca se me había ocurrido pensar que por más que el hombre crea que la batalla contra la Tierra esta ganada, ella siempre hace un hueco en su agenda para recordar a los pocos que se paran a mirar que sigue aquí y que no se da por vencida. 

Violet Nightray

sábado, 3 de diciembre de 2011

Running in the dark.

Y allí estaba yo. Sola, en medio de la nada, buscando una respuesta que sirviera para todas las preguntas que me he hecho durante toda mi vida. Pero en mi mente no había más que un vacío absoluto que trataba de devorar todo aquello que no quiero olvidar. Mis gritos no se escuchaban, por muy altos que sonaran. O nadie quería escucharlos. Y yo solo sabía correr en medio de toda esa oscuridad.

No sabía en qué momento ocurrió, pero me di cuenta de que mi mundo estaba detenido en una noche que no tenía un final. Y en medio de todo, estaba mi memoria. Las risas a destiempo, las lágrimas que nunca llegaron a caer, las palabras que no me atreví a decir en voz alta para no reconocerlas, los ratos soñando despiertan con momentos con días mejores y cielos azules. Todos los engranajes que una vez dieron sentido a mi existencia y que de repente ya no estaban.

Creí que era el final. Qué no quedaba esperanza, y que yo pronto sería otro engranaje parado en el tiempo. Me había resignado a convertirme en una persona sin sueños que avanza día a día sin dejar una huella en mi camino, en una cara conocida que un día desaparece y a nadie le importa dónde está ahora.
Cerré los ojos cansada de no ver nada y me deje caer en mi tristeza, abandonando, y en ese momento, me agarraste. Volví a abrir los ojos, y me encontré con tu mirada. Y de pronto, todo volvió a su sitio. Porque tú estabas allí, conmigo, y con eso bastaba para que la oscuridad ya no me diera más miedo.

Las piezas rotas de mi ser se recompusieron, y yo volví a estar completa de una forma diferente. Las sonrisas recobraron su sentido, tu voz me ataba a la realidad, y en tus ojos estaba esa respuesta sin palabras. Yo nunca estuve vacía hasta no saber que en realidad sólo soy una mitad incompleta. Pero si estás conmigo, eso ya no importa. Por eso, quédate conmigo.  Y nunca volveré a correr sola. No habrá más oscuridad.

Gabriella Nightray