jueves, 24 de mayo de 2012

Vorbei die letzte frage.

Hasta que me olvides... 


Despierto empapado en sudor. Tendido en la cama me pregunto a qué viene todo esto. Por qué la recuerdo ahora. Después de tanto tiempo han vuelto a mi memoria recuerdos rotos de veranos perfectos, de sonrisas y caricias. De como todo empezó a deshacerse como un retrato decolorado por el devastador paso de las estaciones. Y vuelvo a sentir miedo al ver nuestra promesa rota en un recóndito agujero del pasado. 


Se acabo. 


Soy libre de nuevo y no puedo evitar desear que me devuelvan a mi prisión. La fotografía de mi cartera solo es tu reflejo. La sombra que no fui capaz de romper cuando ambos hicimos trizas nuestra vida. 
No te busco en el aire, ya no. Hace meses que aprendí que no te encontraría junto a mi de nuevo. Lo que más ansío ahora es no desear que regresen los días perdidos. 


Busco un horizonte, algo hacia lo que abrirme paso y una vez más me obligo a volver a la realidad y dejarte marchar. Te guardo exactamente como te conocí en mis recuerdos, como el más hermoso de los cielos estrellados. 
Cierro los ojos, y el pasado queda en silencio. 

Violet Nightray

sábado, 12 de mayo de 2012

Tick-tock man

Mi  reloj tiene algo más de un siglo. 


Desde que mi cronometro se puso en marcha he vivido al día. Sin tiempo. 
Corriendo para evitar consumirme. 


He quedado con mi madre en la parada. Ayer fue su cumpleaños. Cincuenta. 
Todo un logro para alguien del Gueto. 
Le llevo un ramo de flores, para celebrarlo. Por fin puedo darle todo lo que se merece. 

El autobús llega, pero ella no esta en él.
La última vez que la vi le quedaban menos de tres días. Desde donde está se tardan dos horas andando...
Dejo caer el ramo y corro todo lo que mis piernas me permiten para llegar a tiempo.
La encuentro frente a mi, corre más de lo que la he visto correr nunca.
Grita mi nombre.
La llamo.
Estamos a apenas dos segundos de cruzar nuestras manos y vivir felices y libres,
por fin libres.

Cae en mis brazos inerte. Miro su reloj.
Se ha consumido.

Miro el mío.
Tengo un siglo para vivir sin ella.
Grito.

Tengo un siglo para hacerles pagar por esto.
Para robar lo que ya nos fue robado.

Violet Nightray. 


martes, 8 de mayo de 2012

Nada.

Se mira al espejo, pero ante ella no hay nada.La sombra que la observa con los grandes ojos negros muy abiertos desde el fondo del cristal, ni siquiera se parece a ella, aunque sea igual... No es real, no es nada. (Porque está vacía, y la inexpresividad de su reflejo lo sabe)

Si mira al cielo, tampoco encuentra nada. Ni siquiera sabe lo que busca en esas nubes que no quieren responderla -lo que habría buscado ya no está- y no quiere preguntarse si es porque el vacío que la ahoga lo absorbe todo descomponiendo todo lo que un día fue importante y relegándolo a la oscuridad de lo que ya no importa.

¿Cuándo empezó? Sabe la respuesta, quiere destrozarla como todo lo demás, pero quizás porque es una verdad (y las verdades se adhieren a la piel abrasándote hasta quemar todo lo que sientes, impidiendo que las ignores) no puede, y solo le queda esperar a que lo que quiere olvidar la destroce.

Se ríe, y se observa.

Parece de verdad. Parece que está llena. Pero dentro de su garganta, hay un nudo de lo que pudo haber cambiado si hubiera actuado de otro modo que le impide tragarse sus recuerdos. Y entonces, se calla, volviendo a lo mismo. Porque una vez su risa ya no resuena, el silencio la abraza recordandole que nunca se ha marchado, y la calidez de su mentira se evapora, dejándola sola.

Arrojándola a la nada.

Gabriella Nightray