Sentada en el suelo, con la música a todo volumen, y una sonrisa ausente en los labios, ofrece una imagen extraña. Lejana. Como si no fuera de este mundo pero estuviera aquí por alguna extraña coincidencia. Y sin embargo, ella no podría sentirse más en sintonía con el mundo que en ese momento.
Tiene soledad para conocerse, una canción resonando en sus oídos y las ganas de cantarla quemando en sus labios. Tiene un espejo dónde contemplarse hasta olvidar su rostro y la luna escondida tras las persianas bajadas. Tiene un mundo entero dentro de su habitación, y una caja con sus secretos debajo de la cama. Lo tiene todo, y ella lo sabe. Ahora podría levantarse. Cantar con más entusiasmo que talento, bailar y saltar al ritmo de cada acorde, dejarse llevar un ratito, antes de que la canción termine y la realidad le salude indiferente.
Y entonces, simplemente tendrá que elegir otra canción, y dejar de nuevo que el control se deslice como arena entre sus dedos. Así de fácil.
Podría. Y aun así, se queda dónde esta. Soñar despierta es mucho más divertido cuando dejas que la fantasía se quede en tu imaginación.
Gabriella Nightray
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