viernes, 12 de octubre de 2012

Nunca te fíes de un travesti de fiesta.

¡Buenas tardes!

Debo comenzar este maravilloso relato advirtiendo que todo lo que van a leer aquí es real como la vida misma. Se que no lo creerán, nadie lo hace, pero yo estuve ahí, lo vi todo y ahora os lo mostraré.

Era una tarde como otra cualquiera. Las Nightray y su amiga, a la que llamaremos Alipia por motivos de anonimato, volvían desde un centro comercial en el que había comprado ni más ni menos que unos enormes pomperos de colores.
Cuando se disponían a cruzar la calle un grupo de hombres, entre los que resaltaba uno vestido de hada (¡vivan las despedidas de solteros!), las llamaron para pedirles una foto. Las chicas accedieron encantadas, pero su diversión fue disipándose cuando uno de los hombres reparó en los pomperos.

-¿Qué es eso? ¿Vibradores? -preguntó el hombre mirándolas con aire divertido.

-¡Son pomperos! -Se apresuró a responder Gabriella indignada.

El grupo de fiesteros jugó con los pomperos e incluso se atrevió a pedirle uno a las chicas. Violet se apresuró a negarse, les había costado mucho trabajo encontrarlos ¡habían caminado bajo la lluvia!
Se despidieron y se dieron media vuelta, pero en ese momento Alipia se dio cuenta de que el pompero azul de Violet había desaparecido.
Con su habitual mal carácter  la chica volvió sobre sus pasos en busca de los ladrones de pomperos, se encaró directamente con el que parecía la mano derecha del hada, que les lanzaba comentarios lascivos a ella y a Gabbie, para después ponerse a gritar como loca.

Tuvieron la suerte de encontrarse con un par de guardias civiles que estaban dirigiendo el trafico de la calle y se apresuraron a contarle lo sucedido.
El hombre, creyendo que las chicas no eran más que unas pobres niñas indefensas (porque si, a pesar de la edad real de las muchachas, no aparentaban más de doce añitos) y viendo el estado de embriaguez que llevaban los hombres, comenzó a vociferar muy indignado, mientras su compañero entraba en un bar a buscar a dos de ellos que se habían escondido allí.

En a penas unos minutos el hombre salió del local con el destrozado pompero de Violet y las chicas se alejaron del lugar cabizbajas y de luto por la indecente pérdida de su preciado Púas (cabe resaltar que Violet bautiza con el nombre 'Púas' a todo lo que cae en sus manos).

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