No tengo ningún motivo para hacerlo. Todo cuanto creía cierto se derrumba, se deshace entre mis dedos como si se tratara de un bonito castillo de arena en un día de lluvia. He intentado retenerlo, reconstruir sus cimientos desesperadamente y ahora mis esfuerzos se ven reducidos a escombros.
Ayer antes de dormir, pensaba. Pensaba en lo que tenía, en lo que he perdido y en lo que voy a hacer, a pesar de todo me sentía bien. Esta mañana, sin embargo, duele. Recuerdo las palabras de mi abuela cuando era niña y me regañaba por no dejar que me curase una herida, yo ponía como escusa que no me dolía y ella afirmaba con su autoritaria voz "las heridas graves nunca duelen de forma inmediata." A penas entendía sus palabras, pero hoy cobran otro significado para mi.
Desde la cama vienen varias opciones a mi. Tengo la oportunidad de intentar arreglarlo de nuevo, puedo olvidar, puedo seguir aquí tirada y puedo empezar de nuevo y hacer un castillo de algo más solido que la arena de playa. De lealtad, cariño y momentos inolvidables.
La opción correcta es obvia, pero para mí es evidente que jamás la elegiré. Por que no estoy arrebujada entre las sabanas de esta cama por tristeza, no lo estoy por decepción, es miedo. Y el miedo es algo que se interpone en cada paso que doy en esta nueva vida, es algo que me encierra entre estos dos mundos y me deja sola, porque no puedo volver atrás como si nada, pero tampoco puedo caminar hacia delante.
Ya no se si tengo miedo a olvidar mi vida pasada, o a que me olviden en ella.
Violet Nightray
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