La vida sigue, yo sigo. No puedo capturar el presente en un tarro de cristal para que el mundo se pare, y el futuro me llegará aunque cande la puerta y me esconda debajo de la cama. Me gusta el pasado, porque en él me siento a salvo, pero no puedo quedarme: el espectáculo debe continuar. Al otro lado del espejo, mis miedos me sonríen y es más fácil fingir que ahí no hay nada: si yo no los veo, ellos no saben que sé que existen.
No es como si ya no quedara nada por lo que seguir. (pero me sigues faltando tú)
Hay personas a las que quiero, sonrisas inesperadas cargadas de esperanza, flechazos en el metro a las siete de la mañana. Queda un cuaderno inacabado sigue esperando a que ponga un punto final a esa historia que empecé y olvidé. Me quedan muchas historias que todavía no he comenzado a contar. Incluso me quedan esos ideales que un día colgué en la pared de mi habitación por si algún día me hacían falta (hoy los necesito)
No es como si ya no pudiera sentir nada. (te añoro)
La lluvia al tocar mi piel está fría, y me recuerda que puedo gritar si me da la gana. Tu nombre por ejemplo, porque no
No es como si te hubieras marchado para siempre. (Mientras yo te recuerde, seguirás conmigo)
Pero estés dónde estés, te quiero. Y ojalá te lo hubiera dicho más veces.
Gabriella Nightray
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