jueves, 10 de marzo de 2011

Cisne.

Su postura es rígida, temblorosa. Su equilibrio, escaso.
Sin rendirse a esas evidencias, trata de ejecutar un giro pero tropieza dejándolo inacabado. Ya no tiene tanta fuerza para hacerlo.

No siempre ha sido así.

Desde una fotografía en blanco y negro, le llega la melodía de un viejo vals que hace años que no escucha, y ahora solo existe en su cabeza.
A cada nota sus arrugas desaparecen, su mirada recupera el brillo de antaño, y sus pies ya no están cansados de sostenerla. Vuelve a tener veinte años, la elegancia de un cisne y una vida por delante. Su mente recuerda los pasos a seguir, y ya nada le impide seguirlos.

Un grito rompe la magia.

Los años regresan y la condenan al presente. Una enfermera, la regaña con suavidad mientras la conduce hasta un mullido sillón. Recoge el desgastado álbum de fotografías y contempla sonriente a la hermosa bailarina que gira en la eternidad de una vieja fotografía sin fecha, antes de devolvérselo a la anciana.

La mujer, se contempla, y mira sus pálidas manos arrugadas, antes de cerrar el álbum y poner punto y final a un sueño que una vez tuvo, y que hoy no es más que una estrella que se escapa de su alcance.

Gabriella Nightray

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