sábado, 21 de agosto de 2010

Y... y ahora... ¿qué?

Una sensación extraña, esa angustia que sale de tu pecho y se extiende por todo tu cuerpo anunciando que algo va ha ocurrir, algo malo. La incertidumbre de no saber lo que te espera, de no saber cuan terrible será o cuando sucederá. La esperanza de que no sean más que imaginaciones, tonterías sin fundamento que te torturan sin ningún motivo coherente y esa voz interior que te dice que esa mínima esperanza no es más que un pobre consuelo. Preocupación por todo y por todos, hasta el punto de convertirse en paranoia. Inseguridad, como la que siente un adolescente acomplejado el primer día de clase. La necesidad de que ocurra, sea lo que sea pero que ocurra pronto, solo para que el presentimiento deje de martirizarte.
Y un día... llega.

Ha ocurrido. La noticia ha llegado hasta ti y ni siquiera sabes con exactitud como ni cuando, pero ha llegado y ya no hay vuelta atrás. Piensas que no es cierto, no reaccionas, el primer signo de aceptación viene unido a la incapacidad de moverse, el cuerpo te pesa mucho más de lo normal y te desplomas sin saber donde has aterrizado.
Un pensamiento: "No... Y ahora que voy ha..." una frase que se ve interrumpida, ahogada por miles de lágrimas que no puedes contener y que borran todo rastro de felicidad a su paso. La impotencia; no pudiste, no supiste como evitarlo a pesar de que sabías que algo no iba bien. El tiempo se detiene y piensas en lo que no pudiste hacer o decir, en que ya no podrás hacerlo nunca.
Nunca.
Esa palabra resuena en tu cabeza como una bala de cañón. Nunca. Nunca podrás volver a verlo, nunca más oirás su voz, no sentirás su cálida piel... En un segundo tu vía se derrumba y no puedes evitarlo, no puedes volver atrás.

Violet Nightray

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