sábado, 23 de octubre de 2010

En ocasiones, no ocurren las coincidencias

Ella era risueña, entusiasta, alegre. La clase de chica con la cabeza en las nubes; incapaz de quedarse quieta, que no se cansa de perseguir mariposas ni de soñar despierta con príncipes azules y bailes que acaban a las doce de la noche.
Él era serio, tranquilo, con las ideas muy claras pero muy poca iniciativa para sacarlas adelante. El tipo de chico con los pies bien asentados en la tierra, y anhelos de llegar a volar muy alto, pero sin polvo de hada que le concediera las alas.
Eran la noche y el día, seres distintos, y al mismo tiempo la mitad que el otro necesitaba. Sin embargo cuando se cruzaron, ella no se quedo mirando fijamente sus ojos azules, él no se sintió cautivado por su jubilosa sonrisa.
Él era el príncipe azul que ella tanto esperaba para entrar de nuevo al mundo sin cuentos. Ella era el hada que él buscaba para poder liberarse de la realidad. Y ninguno de los dos sabía que de haber mirado más detenidamente a su alrededor, habrían hallado su mitad incompleta. ¿Quién añora lo que no conoce? No fue un error, tampoco un acierto.
Sus caminos se encontraron, pero no llegaron a cruzarse.
Gabriella Nightray

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