sábado, 2 de octubre de 2010

¿Me quiere, no me quiere?

¿Me quiere, no me quiere?
Dos pétalos blancos como la nieve caen en la hierba, y yo suelto una risita, mientras arranco otros dos, formulando la misma pregunta.
¿Me quiere, no me quiere?
Cuando me sonríe me gusta pensar que sí. Cuando me ignora suelo imaginar que no. ¿Qué es real y que es una impresión? No lo sé. ¿Podrá saberlo una margarita? No es más que una flor que nunca ha escuchado ni el sonido de tu risa ni la dulzura de mi voz al pronunciar tu nombre.
¿Me quiere, no me quiere?
Caen más pétalos. Sigo arrancando más. La flor cada vez resulta más triste, y mi pregunta suena más cansada. Cae el último, blanco e inocente sobre todos los demás que han corrido la misma suerte. Dice que no me quiere y yo lanzó lo que queda de la frágil flor, antes de arrancar otra margarita.
¿Por qué? Porque esa estaba equivocada. Yo se que aunque no me lo puedas decir me quieres, a veces.
Gabriella Nightray

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