lunes, 27 de septiembre de 2010

Historia de un sueño

Solo necesito descansar.

Me resguardo bajo un pequeño y, aparentemente, frágil árbol esperando a que la lluvia cese y el gélido viento decida, por fin, darme un respiro. Hoy no ha sido... bueno, ningún día es bueno aquí. Siempre hay muertes, herido, familiares desconsolados... mi pequeño pueblo no es rival para sus armas. Me cubro todo lo que puedo con mi harapienta bufanda y me acurruco a los pies del árbol. Parece que el bombardeo ha concluido, solo cuando me aseguro de estar completamente a salvo, me permito el lujo de dormir. Algo que no hago desde hace días.

Cuando despierto una agradable brisa remueve mi pelo con suavidad y los rayos del sol me hacen sentir una calidad muy agradable. ¿Cuánto he dormido? Parece que la primera hora de la tarde haya traído consigo una preciosa primavera. Me incorporo. Debo volver. Mi hermana está sola y probablemente muerta de miedo. Al alejarme de doy cuenta de algo extraño; el lúgubre árbol se ha convertido en el centro mismo de la primavera. Frondoso, colorido, lleno de vida. Nunca me había fijado en la hermosura de este prado, juraría que la última vez que lo vi era gris, frío, sombrío...

Camino sabiendo que la belleza no durará, pero en lugar de eso me encuentro con caras radiantes de felicidad, niños jugando en la plaza central, una plaza que no esta en ruinas. Las calles brillan tanto que deslumbran. La pregunta de nuevo ¿cuánto he dormido? ¿Donde esta la guerra? ¿la gente sangrando? ¿el humo...? Me planteo la posibilidad de haber dormido años. Nada tiene sentido, pero si fuera así mi pueblo habría perdido la guerra y se habrían apoderado de él. No necesito más, mis piernas se accionan corriendo hacia la que es o fue mi casa, ¿qué ha sido de mi hermana? Mi casa, blanca e impoluta, no es así como la recordaba pero entró casi derribando la puerta con la esperanza de encontrar dentro a esa niña asustadiza acurrucada bajo la mesa, esperando a que regrese a buscarla. Esa niña no está allí.
En su lugar aun una pequeña de aspecto muy saludable que ríe y juega con una mujer. Una mujer que murió hace meses.

Mi madre está ahí, la misma mujer con la que estuve en su lecho de muerte, a la que asesinaron en una guerra que no era la suya. Los ojos se me llenan de lágrimas, tengo miedo, estoy feliz y desconcertada, no se que es lo que viene ahora, no se que ha ocurrido... La guerra... ¿no ha sigo más que un sueño? No, tanto dolor no puede ser parte de un sueño. Mi madre y mi hermana están aquí, consolándome quiero creer que esto es verdad, que a partir de ahora todo será así, que lo malo ya paso o que nunca existió, sin embargo, esta felicidad es mínima en comparación a todo el sufrimiento que he vivido en el "otro mundo", la otra realidad, la única realidad...

Abro los ojos. Gris, sigue lloviendo.
¿Real? ¿Irreal? ¿A caso importa? Mi madre... no está, mi hermana... espero que sepa sobrevivir. Un último estruendo me desgarra por dentro, el dolor acaba conmigo. Vuelvo al reino de los sueños ¿por cuanto tiempo esta vez?
Un ultimo pensamiento acude a mis labios deseando ser escuchado:
-Prim... sueña, sueña todo cuanto pue...
Un consejo a mi pequeña hermana, porque, por un solo segundo de esa falsa felicidad puedo decir que ha merecido a pena vivir.

Violet Nightray

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