viernes, 24 de diciembre de 2010

Por ti

Estoy tirada en un montón de viejas y mullidas mantas (siempre adoró el calor de las mantas) al lado de la chimenea. Uno de sus libros preferidos está entre mis manos, solo el crepitar de fuego interrumpe mi lectura silenciosa.

Ha llegado. Él está ahí.
No a hecho ningún ruido, no se escucha ni su respiración, pero se que me está observando, se que me mira tras esa esquina con una media sonrisa y se que le gusta verme leer. Comienzo a leer párrafos sueltos (sus favoritos) en voz alta. Siempre ha dicho que me sienta bien leer en voz alta.

Tomo un sorbo del vaso que hay en el suelo junto a mi (piña, su zumo favorito) y espero a que el suave pelaje de mi adorado gato me acaricie las piernas, pero no lo hará (a él no le gustan los gatos), un sacrificio que volvería a hacer.

Sigo leyendo en voy alta mientras él se acerca por mi espalda y me envuelve en su cálido abrazo. Finjo sobresaltarme (le gusta que sea inocente y despistada, que no me de cuenta de las cosas) Se tumba junto a mi y continuo la lectura en voz alta.

No me gusta el calor de las mantas, tampoco ese libro que a él tanto le apasiona. No me gusta leer en voz alta, siento que la historia deja de ser mía. El zumo de piña no me apasiona, sin embargo amo a los gatos. No soy inocente, ni despistada, de hecho siempre me doy cuenta de todo, ¿cómo sino podría haber creado a su mujer perfecta? ¿Cómo me habría dado cuenta de que no es a mi a quien tanto ama, sino a mi creación?

No soy feliz con esta relación, pero cuando me besa pensando que soy lo que él cree, cuando me abraza lleno de amor con una sonrisa, cuando veo su rostro lleno de felicidad... desearía ser esa mujer que cree para él, desearía que todo fuera real.

Violet Nightray

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